"El estereotipo femenino suele estar compuesto por creencias tales como que las mujeres son emocionales, débiles, sumisas, dependientes, comprensivas, cariñosas y sensibles a las necesidades de los demás. No obstante, esto no quiere decir que en realidad lo sean, tan sólo que tienden a ser percibidas de este modo. Por otra parte, según el estereotipo masculino, los hombres son duros, atléticos, dominantes, egoístas, agresivos, competitivos y con tendencia al liderazgo. Sin embargo, esto tampoco corresponde necesariamente con la realidad, sino que se trata de una percepción generalizada". El autor resalta que el estereotipo asignado a las mujeres, sin negarlo por completo, éste posee un juicio de valor negativo en comparación con el masculino; esto se debe a la discriminación y degradación que en general la sociedad proyecta hacia la figura femenina. Es necesario tener en cuenta que las sociedades occidentalizadas son en general patriarcales, lo que influye en que a la mujer le sea asignado el papel de subordinada, y en muchas ocasiones sean objeto de discriminación.
Es importante resaltar que sin importar el género al que el ser humano pertenezca somos iguales, pero también es importante resaltar que somos individuos en los que no se deberían dar "interpretaciones sesgadas e imprecisas, dando lugar a situaciones extremadamente negativas en las que se justifican y legitiman actitudes discriminatorias y sexistas hacia las mujeres".
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